domingo, 21 de agosto de 2011

UNA SINCERA APUESTA POR LA CONVIVENCIA VECINAL


(A continuación reproduzco en su totalidad el artículo de opinión que se ha publicado hoy en Diario La Verdad de Alicante a petición de su redacción con motivo de los recientes altercados vecinales producidos en el barrio de Virgen de Remedio)

Desde la sincera modestia y el cariño que siento por la Zona Norte afronto este escrito solicitado por la Redacción de La Verdad sobre la convivencia intercultural en los barrios que conforman este espacio ciudadano. Hablar de convivencia es hacerlo de algo muy complejo. Convivir es una de las cuestiones más difíciles que el ser humano gestiona ya sea en el entorno familiar, laboral o vecinal. Convivir además con personas que proceden de un origen diferente al propio lo es más. Por lo tanto, a la hora de entender el significado de la palabra convivencia le añadiría el calificativo de reto. Un reto además que es unidireccional porque es el único posible hoy en día, a saber, el reto de la convivencia vecinal intercultural. Precisamente ese es el lema de la IV Marcha Cívica Participativa que desde la Asociación Cultural Dánae organizaremos próximamente en el Encuentro Municipal Diversalacant.

La convivencia es difícil con el vecino de arriba, y si además es moro o rumano pues mucho peor porque le añadimos el ingrediente del racismo y la intolerancia, y “como somos superiores a ellos porque hemos nacido aquí y tenemos derechos adquiridos por ello”, pues ya tenemos a la pobre convivencia temblando asustada en la escalera. Esta infantil metáfora se convierte en perversa cuando se tiñe de realidad y cuando suceden los hechos de la pasada semana en Virgen del Remedio. Sin restar importancia a lo ocurrido debemos situar este incidente en un contexto generalizado de paz y tranquilidad social en la Zona Norte en estos tiempos convulsos que corren de crisis económica, paro y absentismo escolar. Afortunadamente, estos hechos no son frecuentes todavía ni en la Zona Norte ni en el resto de la ciudad. No lo son porque existe un trabajo en la sombra de la administración, de entidades sociales y vecinales detrás desde hace muchos años. Pero no es suficiente, debe incrementarse, en fondos, esfuerzos y compromisos porque lo que está en juego es algo muy importante y peligroso.

Desde 2007 el Ayuntamiento de Alicante puso en marcha el Plan Integral de la Zona Norte gestionado por la Concejalía de Coordinación de Proyectos y donde la homóloga de Acción Social juega un papel crucial. Después de años de esfuerzos se recogen buenos frutos de convivencia por el trabajo a conciencia de sus profesionales técnicos –buena prueba de ello es la inauguración reciente del Centro Municipal Integrado en la Plaza de Argel, la existencia de los Puntos de Encuentro Intercultural o del Servicio de Mediación Comunitaria-. Son muchas además las iniciativas que se desarrollan desde las entidades sociales del barrio, algunas de ellas de gran recorrido y solvencia. Como decía, el esfuerzo común de rescate de este deprimido espacio barrial es notorio, pero no suficiente. No es el lugar para explicar el contingente humano de origen extranjero residente en la Zona Norte. Cientos y cientos de seres humanos procedentes de todas las partes del mundo constituyen hoy en día porcentajes  vecinales que superan el 25, 35 e incluso el 45% de población en Juan XXIII, Virgen del Remedio o Colonia Requena por citar algunos casos. Mucha gente de origen diferente y con un perfil socioeconómico bajo, en un lugar con necesidades evidentes y en un escenario de ausencia de trabajo es sinónimo de alerta roja.

Cuando hablaba del camino unidireccional me refería a la ausencia de un contexto de convivencia diferente al actual: vivimos en una sociedad multicultural que quiere convertirse en intercultural y tenemos que empezar a hacer los deberes que no hemos hecho con anterioridad, a saber: convivir. Porque los extranjeros que están aquí no se van a marchar, o al menos en una forma proporcional a su llegada. Han venido a quedarse, a residir con nosotros, a construir país, a vivir en paz y tranquilidad, trabajando, matriculando a sus hijos en el cole, el instituto o la universidad, haciendo barrio! Que a nadie se le olvide que ningún ser humano emigra por placer sino por necesidad. Hay que hacer los deberes, hay que aprender a convivir y dejarse de tonterías o ¿es que alguien es capaz en Alicante de decir que es tan puro “alicantí” (como el Castillo) que está legitimado para pedir la marcha de otro ser humano? ¿Es que ya no nos acordamos que vivimos en una tierra fértil en culturas y civilizaciones que han hecho que hoy seamos lo que somos? Hace falta un poquito de memoria nada más para situar las cosas en su sitio y para descabalgar los prejuicios que los seres humanos se hacen cuando les incomoda la realidad.

Cuando hablaba de deberes me refería al doble esfuerzo (bidireccional) que debe acometer tanto la sociedad de acogida como la sociedad de recepción. Los inmigrantes deben saber que han llegado a un lugar (ciudad, país) que se rige con unas leyes y códigos a veces diferentes a los propios y que deben asumir. Deben optimizar su proyecto migratorio (muchas veces inexistente) y asentar rápidamente las bases de su residencia primaria (permisos de estancia, trabajo, escolarización de sus hijos…). No lo tienen fácil nuestros inmigrantes. Ni la sociedad española ni su administración están preparadas para asumir el contingente humano recibido y las barreras que se encuentran en el camino son a veces insalvables. Hay que seguir trabajando los proyectos de integración de la población inmigrante. Pero por otra parte son algo más que apremiantes las campañas de sensibilización hacia la población autóctona, campañas que hablen del momento histórico que vivimos, de la necesidad que hasta hace muy poco teníamos de población para garantizar nuestra Seguridad Social y de aquellos trabajos necesarios para la emancipación de la mujer, campañas que expliquen quiénes son nuestros nuevos vecinos, de dónde vienen, por qué vienen. Iniciativas que destaquen la convivencia de todos, que impulsen el deseo de compartir espacios y de luchar por ellos. Proyectos de esencia juvenil, educativa y cultural.

Todo ello para entender que nuestros vecinos musulmanes están viviendo el ramadán que les obliga a comer cuando cae el sol y que por ahí pueden venir los inconvenientes de olores de comida y demás. La fiesta es también consustancial al ramadán para ellos como lo es para nosotros estar hasta las 6 de la mañana en racós de hogueras, moros y cristianos o fiestas vecinales. Que ellos pueden tratar de bajar el volumen de sus fiestas o cocinar a horas que no se hagan muy tarde de la misma forma que los autóctonos debemos entender y respetar esta tradición y aguantar un poco las incomodidades. El barrio es de todos. Lo que no podemos es sacar a relucir el racismo y la intolerancia, llamarles moros de mierda y pedirles que se vayan a su país, además de montar una turba y pegarles una paliza. Eso es odio y ese odio nace, como hemos explicado, de la incultura, el fanatismo y la cobardía.

Estamos construyendo una sociedad muy compleja y todos debemos poner de nuestra parte para favorecer la convivencia. Porque además creo que es posible ya que confío en las personas y estoy convencido de que son más las cosas que nos unen que aquellas que nos puedan separar. Así que manos a la obra, a arremangarse y a trabajar!


Virgilio Candela
Investigador del Área de Ciencia Política de la UA.
Fundador de la Asociación Cultural Dánae.

Enlace a la noticia: Una apuesta sincera (Diario La Verdad)
Imagen: Blog de "Alicantí de profit"


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