Estamos  construyendo una nueva sociedad y no nos hemos percatado todavía. Está brotando en los barrios, en nuestros barrios, y está siendo diseñada  desde el respeto hacia todos sus vecinos, desde la tolerancia a la  diferencia, desde la convivencia vecinal. Estamos construyendo la historia, el Alicante Intercultural que definirá el futuro para el  siglo XXI.
Alicante  está viviendo una transformación increíble desde hace diez años. Al calor del crecimiento económico y social han llegado hasta orillas del  Mediterráneo miles y miles de emigrantes procedentes de todas las partes  del mundo. Personas de bien en busca de trabajo, de paz y prosperidad. Seres humanos, por lo general, con escasos recursos que  han encontrado en el Benacantil un lugar donde ver crecer a sus hijos  lejos de casa, de su familia, de sus amigos. Igual que nos pasó a nosotros el siglo pasado en Argentina, Uruguay, Venezuela o en  Francia, Suiza y Alemania. Hoy en día volvemos nosotros a emigrar de  nuevo a Alemania o Qatar en busca de trabajo. Paradojas de la vida.
Las  dificultades de convivencia han sido y son evidentes. Si nos cuesta  convivir con personas con quienes tenemos una cultura similar como nuestros  padres, hermanos, el vecino de arriba que pone la música a todo volumen o  la cotilla del primero que no pierde detalle de todo lo que pasa en la escalera… ¿qué podíamos esperar de la convivencia con  personas de otras culturas, razas o religiones?
No  acostumbrábamos a ver negros en Alicante; también a algunos argelinos y marroquíes, pero rumanos, colombianos, rusos o ecuatorianos eran  difíciles de ver. Ahora estamos todos juntos, ahora ya no nos extraña la  riqueza cultural y el mestizaje. Bien diríamos que somos fruto de nuestra historia, de civilizaciones antiguas y medievales que  hoy conforman nuestra identidad. Hoy tenemos nosotros el reto de  aprender a convivir, el compromiso de hacer crecer nuestros barrios codo a codo con nuestros vecinos, la responsabilidad de legar a  nuestros hijos una sociedad más tolerante, justa y solidaria que la  actual.
Convivir  no siempre es fácil. En la convivencia surgen diferentes formas de concebir el mundo y la vida. Se hace necesario que los inmigrantes y los  alicantinos nacidos aquí o de adopción sentemos todos por consenso unas  normas básicas de respeto y convivencia. La convivencia requiere del esfuerzo conjunto y bidireccional que dirían  los expertos. Unos, los extranjeros, deben conocer y respetar nuestros  códigos y leyes para adaptarse mejor a la sociedad que les acoge; nosotros, los otros, los autóctonos, debemos conocer a nuestros  nuevos vecinos, saber las razones de su llegada aquí, facilitarles su  integración y respetar sus costumbres. No puede ser de otra manera, debemos respetarnos todos y aprender a convivir.
 Hay  algo que a veces olvidamos y es revelador: existen realmente más cosas que nos unen que aquellas que puedan distanciarnos. Somos muy parecidos,  tenemos los mismos problemas (el paro, la crisis económica, la  hipoteca, hijos desempleados…), pedimos las mismas mejoras para nuestro barrio, compramos el pan en la misma panadería, compartimos el  mismo supermercado, utilizamos el mismo centro social, paseamos por las  mismas calles y jugamos en los mismos parques…
Los  extranjeros que están aquí no se van a marchar. Han venido a quedarse, a residir con nosotros, a construir país, a vivir en paz y tranquilidad,  como también a trabajar, a aportar sus conocimientos y experiencias. No  olvidemos que construir la nueva sociedad está ya en marcha, que no hay vuelta atrás y que debemos centrarnos en plantear  soluciones para mejorar la convivencia.
Por  último, nos gustaría señalar que el barrio es de todos, de todos sus  vecinos, y que juntos, unidos, seremos capaces de ser más fuertes y de trabajar  en equipo para construir la convivencia que todos necesitamos. Por eso  convocamos esta marcha pacífica y de convivencia, para reunirnos todos, saludarnos, hablar, aprender, bailar y disfrutar como  también para conocernos; cuando seamos capaces de conocernos  comprenderemos que tanto ellos como nosotros, como cualquier ser humano, lo que más desea es vivir feliz, rodeados de los seres que  amamos y en concordia con nuestros vecinos. El ser humano es sencillo en  el fondo, tan sencillo como autorizarnos a construir el mundo que queremos.
Septiembre de 2011
Asociación Cultural Dánae
www.danae.es 
(Redactores del texto: Virgilio Candela y Manuel Velandia)

 
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