sábado, 1 de octubre de 2011

IV MARCHA CÍVICA PARTICIPATIVA, "POR LA CONVIVENCIA VECINAL INTERCULTURAL"


Me permitirán que les salude inicialmente con una actividad que tendrá lugar hoy sábado y de la que soy además uno de sus principales impulsores: me refiero a la celebración de la IV Marcha Cívica Participativa en el Barrio de Carolinas con el lema “Por la Convivencia Vecinal Intercultural”. Les pido esta licencia porque entiendo que la ocasión lo merece. Hace escasas semanas conocimos el malestar vecinal en Virgen del Remedio por las gestiones que la Comunidad Islámica realiza de instalar una mezquita en la Calle Pino Santo. Semanas atrás y en el mismo barrio hubo una fuerte disputa entre personas de origen africano y otras de etnia gitana por una mala convivencia vecinal. A nadie le puede extrañar que en un contexto de crisis como el actual puedan surgir incomodidades por tener que convivir con personas de lugares tan lejanos. Incomodidades surgidas de la ignorancia, de la falta de educación y de la ausencia de respeto, curiosamente, los principales ingredientes que hacen posible el racismo, la xenofobia y la aporofobia. Ya lo señalé en alguna ocasión recientemente: convivir es muy difícil, si lo es además con personas de otras culturas, mucho más. Pero ahí radica la importancia del momento histórico que estamos viviendo: estamos generando una nueva sociedad, una sociedad muy distinta a la que teníamos hace escasos diez años, y es un fenómeno social que no tiene vuelta atrás, es definitivo. Las sociedades, por tanto, se tornan móviles, aquí y ahora más abiertas, más ricas, más globalizadas. Eso tiene muchas cosas buenas y otras que permiten unas posibilidades inéditas en esta tierra que me parecen fascinantes.

Estamos inmersos en la construcción de un nuevo paradigma social y somos nosotros los protagonistas, del mismo modo que somos todos nosotros los responsables de que la gestión que hagamos de esta arquitectura intercultural se asiente sobre sólidas bases de responsabilidad, solidaridad y respeto. Aquí ya no valen medias tintas, miradas a otro lado o dobles discursos para el beneplácito de la desorientada concurrencia. Somos nosotros quienes vivimos aquí y quienes debemos sentar unas bases de convivencia que hagan posible que todos podamos vivir en paz y prosperidad. Aquí hay dos cosas bien claras: unos y otros, inmigrantes y autóctonos debemos realizar un esfuerzo común de conocimiento y entendimiento, un esfuerzo al mismo nivel y de la misma naturaleza, para que la convivencia resultante sea bidireccional y coherente. Debemos sentarnos a dialogar, conocer nuestras circunstancias y limar asperezas. De nada sirve sentirse ajeno a este proceso porque la interculturalidad es parte ya de nuestra vida, en la escalera, en el supermercado, en el colegio o en el repartidor de pizza del fin de semana. Todos somos seres humanos, respiramos igual, sentimos igual, amamos igual… ¿por qué no nos respetamos de la misma manera? Finalizo este primer escrito sobre la diversidad confesándoles que, pese a las dificultades, soy un optimista convencido sobre el ser humano, y que seremos capaces de despojarnos las malas vibraciones para dar paso a una nueva realidad que nos aportará sin duda riqueza social y cultural. Creo en el ser humano porque es aquel que hace posible que día a día el mundo siga girando gracias a su trabajo, a su esfuerzo y a su amor.
Os espero en el Barrio de Carolinas para defender la convivencia vecinal. Es esta una actividad que organiza la Asociación Cultural Dánae y que está financiada por el Ayuntamiento de Alicante, formando parte de la programación general de Diversalacant, un encuentro intercultural municipal que comienza esta semana y que les explicaré con detalle próximamente.

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