Entrevista realizada a Javier De Lucas, Catedrático de Filosofía Política, publicada recientemente el el Diario El País. Muy recomendable.
LUIS ALBERTO GARCÍA
El catedrático Javier de Lucas recibe hoy, en Bilbao, el premio
Francisco Javier de Landaburu Universitas 2011, concedido por Eurobask,
gracias a su estudio sobre la igualdad y el reconocimiento de los
inmigrantes en la Unión Europea.
Pregunta. Afirma en su trabajo que las políticas de inmigración de la Unión Europea han sido un fracaso.
Respuesta. Hay que estar ciego para no reconocer que
así ha sido en términos de igualdad, que es como debe plantearse la
integración de los inmigrantes, pero también en términos utilitaristas,
que es como en realidad se ha planteado, con el objetivo de que supongan
el menor coste y conflicto posible.
P. ¿A qué se refiere?
R. En Europa nunca se ha pretendido una igualdad
real de los inmigrantes. Más bien se ha querido subordinar su presencia a
las funciones económicas y laborales que se les han asignado. Se podría
afirmar que se ha buscado su presencia ausente. A las siete de la
mañana todos son pocos para ir a trabajar, pero a las siete de la tarde
todos sobran; nadie quiere verlos.
P. ¿Cuáles han sido las consecuencias?
R. En un primer momento incubamos la indiferencia
respecto al otro y en un segundo estadio la humillación, tratando al
inmigrante como una especie de menor de edad que no puede ser como
nosotros. Ese menosprecio genera maltrato y puede desembocar en odio,
que a su vez puede estallar como un conflicto social, sobre todo si se
plantea en un plano de identidades.
P. ¿Deben ser los derechos de todos los inmigrantes idénticos a los de los autóctonos?
R. La integración no tiene sentido como objetivo si
no significa igualdad, aunque tampoco se tiene que entender esta en
clave de homogeneidad. Puede ser un proceso gradual.
P. ¿En qué sentido?
R. No parece desprovisto de razón someter el
reconocimiento de esa igualdad a un plazo mínimo para constatar la
estabilidad de la presencia de aquel a quien queremos tratar igual. No
se trata de dar derechos al turista o a quien está de paso, porque no
los necesitan. En la ciudad, como primera esfera política, no veo
problema de reconocer los derechos políticos a quien vive en ella de
forma estable. Por el contrario, entiendo tres o cuatro años como un
plazo razonable para reconocer esa igualdad en las otras comunidades
políticas: las autonomías, los Estados o la propia Unión Europea.
P. ¿Es distinta la situación europea que la de otras zonas de recepción de inmigrantes?
R. Se podría decir que guarda analogía con la de
Estados Unidos, que incluso es peor, aunque nada tiene que ver con la de
otros países de parámetros similares, como Australia o Canadá.
P. ¿Todo lo que aportan los inmigrantes es positivo?
R. Depende del criterio. En términos económicos, la
mayor parte de estudios de bancos y entidades financieras, que no son
ONGs precisamente, han dejado claro que la balanza es a favor de la
aportación económica que realizan los inmigrantes, en términos de
riqueza, a la sociedad a la que llegan. Además, son un factor de
equilibrio en la balanza económica internacional, ya que por vía de las
remesas, consiguen elevar el nivel de vida de los países de los que
vienen. Es cierto que tienen un coste en materia de Seguridad Social o
prestación por desempleo, como cualquier otro trabajador, pero es que lo
contrario se asemejaría a una regresión a la esclavitud.
P. ¿Y a nivel social?
"A la mañana, todos los inmigrantes son pocos para trabajar. Por la tarde, sobran; nadie quiere verlos"
R. Cuando uno se encuentra en dificultades, se
agarra a lo que le da seguridad. En territorio extraño, y ante un
contexto que no les resulta fácil y en ocasiones incluso hostil, un
inmigrante se agarra a su propia comunidad en el sentido cultural,
religioso, nacional o de idioma. Tiende a replegarse en su propia
identidad, lo que provoca dificultades de convivencia. Pero es que todo
incremento de la pluralidad conlleva un aumento del conflicto y no hay
por qué entender este como una patología. Donde hay pluralidad y
libertad para vivirla se plantean más problemas que allí donde la gente
no se mueve.
P. ¿Es igual la situación para todos los grupos étnicos?
R. La admisión es más fácil cuantas mayores
afinidades culturales o religiosas haya. En este sentido, los
latinoamericanos y los europeos lo tienen más fácil en España.
P. Y, sin embargo, a veces es más positiva la imagen que transmiten las comunidades asiática o africana.
R. Porque depende también de la experiencia vivida.
Si la primera oleada migratoria de un determinado grupo causó problemas,
se genera la imagen de que siempre va a ser así.
P. ¿Se resolverá el problema con el tiempo?
R. Desde nuestro punto de vista, creo que seguiremos
tratando al inmigrante como una herramienta barata y aceptaremos su
llegada mientras lo siga siendo. En cuanto al fenómeno en sí, a corto
plazo se producirá una ralentización como consecuencia de la crisis,
pero es absurdo pensar que la inmigración se ha terminado. La gente
emigrará mientras existan perspectivas de mejora y menos barreras
infranqueables para hacerlo.
Fuente: Diario El País, 29 de Febrero de 2012
Interesante entrevista, es cierto que muchas veces el factor de la inmigración provoca muchos conflicotos sociales y diferencias ya que no existe el respeto, debemos poner de nuestra parte para que eso no sea así, tanto los inmigrantes como los autóctonos de la zona deben respetar los derechos de los demás.
ResponderEliminarUn saludo,
M